Un parte importante de cualquier viaje es la planificación previa. Cuánto planifiquemos depende del tipo y duración de viaje, pero para un celíaco tener una idea previa sobre cómo y con qué nos vamos a alimentar en los países que vamos a visitar, requiere un tiempo de dedicación.
1-INVESTIGACIÓN PREVIA
En primera instancia, conviene indagar sobre la comida local y regional del lugar que vamos a visitar. En muchas regiones, el trigo no es la base de la alimentación local, sino que son otros los cereales sin gluten que tienen una historia ancestral en determinadas geografías y nos permiten a los celíacos encontrar una mayor oferta de platos típicos.
También es útil saber si en las ciudades que vamos a visitar hay ferias, mercados o supermercados -como los conocemos por estas latitudes- donde poder comprar frutas, verduras y materias primas con las que cocinarnos. En sectores de Asia, no existen grandes almacenes o supermercados donde conseguir muchos ingredientes o productos industrializados, sino que las compras de los insumos se realizan en mercados informales o pequeños quioscos. En Europa o EEUU, es más sencillo conseguir una mayor variedad de productos básicos o industrializados aptos en hipermercados, dentro y en las afueras de las ciudades.
Supermercado Whoole Foods en Chicago. EEUU. 2017/
En segunda instancia, indagar en la cantidad de páginas y grupos de las redes donde los celíacos compartimos información y datos recabados de las propias experiencias. Existen hoy en día, varios grupos, blogs y aplicaciones donde se van mapeando todos aquellos lugares donde podemos encontrar comida sin gluten. Las páginas de las distintas Asociaciones de Celíacos, nos dan cuenta del estado de situación de cada lugar. En algunos países, estas asociaciones son bastante ordenadas en cómo gestionan la información, los listados de alimentos aptos y su vínculo con la comunidad celíaca. En otros no tanto.
2- MAPAS
Con toda esa información previa recabada, lo ideal es generar un mapa -MyMaps de google maps, Map.me, etc- que permita categorizar con distintos íconos y colores aquellos lugares como restaurantes, panaderías, almacenes o supermercados donde poder comer o comprar insumos sin gluten. Estas aplicaciones también permiten agregar notas, como los horarios o comentarios que otros celíacos hayan hecho.
Mapa personal previo a viajar a Japón. 2017/
Es importante chequear en los sitios web de los locales para comer o de los supermercados, para corroborar los días y horarios en que están abiertos, y si realmente siguen ofreciendo alimentos sin gluten -y por qué no, tener una idea de los precios-.
3- TARJETAS IDIOMAS
Hay disponibles en varias webs, una serie de tarjetitas en diferentes idiomas que explican que es lo que podemos y no podemos comer. Se pueden descargar o comprar, y llevarlas impresas o en los dispositivos móviles.
Estas tarjetas, no sólo son útiles por un problema de barrera idiomática, sino que en varios puntos del planeta la dieta libre de gluten no es conocida, y mucho menos comprendida.
Por eso recomiendo que la traducción sea lo más descriptiva posible indicando no solamente los cereales prohibidos, sino que haga énfasis en la contaminación cruzada y en aquellos alimentos donde, según el país, puedan contener gluten de forma oculta. El caso más complicado que me ha tocado vivir, es el uso de la salsa de soja en países del sudeste asiático -la salsa de soja suele fermentarse con trigo- que es utilizada en la mayoría de los platos. Si las tarjetas no aclaran específicamente sobre de la salsa de soja, el lector no tiene por qué saber que ésta lleva gluten.
Japoneses interpretando mi tarjetita GF en un bar de Tokyo. Japón. 2017/
Recomiendo las tarjetas elaboradas por legalnomads.com ya que son muy específicas con respecto a la contaminación cruzada y a los alimentos donde puede haber gluten oculto. Son pagas, pero de esa manera ayudan a seguir elaborando material de calidad.
4 – LOCOMOCIÓN
El cómo llegamos a nuestro lugar de destino puede llevar varias horas.
Si el viaje se realiza en automóvil, es más sencillo planificar la comida que podemos llevar con nosotros -siempre teniendo en cuenta que si cruzamos fronteras, podemos tener restricciones bromatológicas-.
Si el viaje se realiza en avión, prácticamente todas las compañías -no todas- cuentan con menú libre de gluten (GFML: Gluten Free Meal) en los servicios de “comida principal” -desayuno, almuerzo o cena-. Si el vuelo es mayor a 3 horas y el servicio ofrece “comidas”, se debe solicitar la GFML con anticipación -con la agencia de viajes o contactándose directamente con la compañía aérea-. Unos días antes de volar, conviene asegurarse de que la comida especial está solicitada.
Menú GFML en Cathay Pacific. Vuelo Shanghai- Hong Kong. 2017/
Para aquellos vuelos que duran menos de 3 horas, o para las comidas catalogadas como “snacks” en casi ninguna compañía aérea ofrecen opción sin gluten -como si por ser vuelos cortos o comidas más reducidas no tenemos derecho a ingerir bocado como el resto de los pasajeros-. He tenido todo tipo de experiencias con respecto a esto, de las buenas y de las malas, pero las desarrollo en otro post. Por esta razón, siempre conviene tener en el bolso de mano algunos alimentos de “emergencia” en caso de que estemos en algún lugar remoto de la atmósfera sin nada para ingerir. Nunca he tenido problema de subir a bordo con paquetes de frutos secos, galletas aptas e incluso rodajas de pan en un tupper o bolsita hermética.
Por las dudas, viajo con una prescripción de un gastroenterólogo explicando mi condición. Nunca tuve necesidad de mostrarla en un control aduanero.
Cuando tenemos grandes escalas en los aeropuertos, también puede ser un problema encontrar algo seguro para comer. Suelo optar, en occidente, por ensaladas o papas fritas de alguna cadena de hamburguesas -donde sólo fríen papas-, y en oriente arroz blanco con o sin alguna verdura.
Ensalada (salsa dudosa) en Aeropuerto Internacional de Panamá. 2015/
En caso de viajar en tren, algunos servicios europeos de larga duración, cuentan con opción de comida sin gluten.
5 – ALOJAMIENTOS
El tipo de alojamiento que utilicemos durante el viaje, también puede ser muy variado. Desde acampar hasta un hotel de lujo, según nuestro presupuesto y/o preferencias. Esto nos condiciona el cómo resolver la “hora de la comida”.
En particular, no suelo optar por hoteles de categoría -excepto en los viajes en el que el alojamiento no lo resuelvo yo- por un tema principalmente de presupuesto. Las veces que me ha tocado alojarme en hoteles de varias estrellas -que por lo general ofrecen un desayuno buffet-, envío un mail con cierta anticipación consultando si ofrecen menú o comidas sin gluten. El conocimiento que tenga el personal del alojamiento sobre los alimentos sin gluten, depende mucho del sector del planeta en el que se encuentre. He tenido buena y no tan buena suerte con las respuestas. Aún así, en este tipo de desayunos buffet, siempre encuentro algo que pueda comer como frutas y huevos, y los acompaño con alguna galleta o rodaja de pan sin gluten que atesoro en mi poder.
Mi reserva de galletas en un desayuno en un hostel en Chicago. EEUU. 2017/
El tipo de alojamiento que más prefiero es aquel que cuenta con cocina, ya sea un hostel, bed & breakfast o apartamento -éste es el más adecuado porque minimizo la posibilidad de contaminación cruzada al tener el control de los utensillos y superficies de cocina- que me permiten cocinar y tener mejor control sobre la comida que ingerimos. Las cocinas comunes o exclusivas, cuentan con heladera, hornallas, etc, que me permiten comprar los insumos para preparar un buen desayuno, mantener alimentos refrigerados y preparar viandas para el próximo día.
6 – SET DE SUPERVIVENCIA
Un celíaco sabe que una buena parte de su equipaje va a tener que ver con su alimentación. Desde alimentos de reserva sin gluten -panes, galletas, barras de cereal, frutos secos, etc.- a un pequeño kit de utensillos que nos otorguen cierta independencia para poder comer en cualquier lugar de emergencia -plaza, parque, playa, vereda?-.
Suelo llevar comida de reserva, de manera de contar siempre con algún snack en mi bolso diario, como barritas de cereal, frutos secos aptos o galletas que pueda racionalizar en pequeñas porciones -muy útiles en esas largas jornadas de paseo que no encuentro algo para comer y necesito calmar el hambre-.
Para mí, el desayuno es imprescindible, por lo que además de snacks me llevo algún pan de molde en rodajas -que resista algunos días sin refrigerar- y galletas saladas o dulces. Y dependiendo de la duración del viaje, los voy racionalizando rodaja a rodaja, galleta a galleta, de manera que cubra la mayor cantidad de días hasta sepa que encontraré reponer la mercadería, o en su defecto, volver a casa.
Mi stock de productos aptos coseguidos en Los Ángeles, EEUU, previo a cruzar el Pacífico rumbo a Asia. 2017/
Dentro del kit de utensillos, es fundamental tener un tupper o recipiente hermético y un par de cubiertos, para poder preparar viandas que me liberen del tema “qué comer” durante un día entero de paseo. Para completar el kit, un vaso, una navaja y una tablita donde cortar una fruta o un queso nunca vienen mal.
En mi último viaje, conseguí unos tupper pequeñitos, que no ocupan mucho lugar pero que son buenísimos para llevar conmigo una porción de granola, frutos secos o galletas que me salvaron más de una tarde.
Y fundamental el sacacorcho. Luego de diagnosticada con celiaquía, me hice amiga del vino. No tuve más remedio.
2 abril, 2019
Excelente la página, me he sentido absolutamente identificada, aún en mi propio país debo salir con todas esas precauciones. Gracias por compartir información y experiencias !!!
3 abril, 2019
Muchas gracias por tu comentario Mónica! Cualquier aporte es más que bienvenido!